19 de mayo de 2025
El gobierno nacional logró una importante victoria, pero el gran ganador de la elección fue el ausentismo.
por
Juan Volia
La Libertad Avanza ganó las elecciones legislativas de la Ciudad de Buenos Aires con un buen resultado. Batacazo en el terruño de los Macri, reducción del PRO a tercera fuerza y un colapso de los amarillos en la Legislatura porteña. Milei y compañía lograron de sobra el objetivo que se habían propuesto: torcerle el brazo al PRO. Esa es la primera lectura que puede hacerse de las elecciones de este domingo. Pero hay otras.
El gran ganador de la elección fue el ausentismo. En 2021, las legislativas de medio término anteriores, el ausentismo había sido del 34,33%. Ahora fue de 46.65%. Dejando de lado el porcentaje obtenido por cada fuerza, los votos en números absolutos reflejan el impacto del ausentismo por sí solos y la verdadera magnitud del triunfo de Manuel Adorni: LLA sacó 495.069 votos en 2025, contra 891.983 que sacó Juntos por el Cambio en 2021 (aquello sí era ganar). LLA estuvo apenas 10.000 votos por arriba de los 484.950 votos del Frente de Todos en 2021 (y aquello fue una derrota contundente), y 318.978 de la propia Libertad Avanza, entonces con Ramiro Marra encabezando. Del universo de 3.088.750 de electores habilitados, La Libertad Avanza sacó el 16%.
Pero el ausentismo le pega a todos. En una elección muy nacionalizada, la gente prefirió no ir a votar antes que ir a votar a la oposición. Esto en un contexto de fuerte retroceso de los derechos de los trabajadores y jubilados, con sueldos encepados por el Gobierno nacional, desmembramiento del Estado, etc. La coalición que encabezó Leandro Santoro tendría que comenzar preguntándose por qué la gente prefirió no ir a votar antes que votarlos a ellos. El peronismo porteño no perdió tanto contra La Libertad Avanza como contra la apatía y el ausentismo. Y lo mismo vale para el resto de las fuerzas que quedaron atrás.
El oficialismo nacional exagera un triunfo que en realidad abre más interrogantes que certezas. ¿Qué va a pasar más adelante con la gente que no fue a votar? El ¿a dónde va la gente cuando llueve? de Pedro y Pablo, reversionado en un ¿para dónde va la gente cuando no va a votar? Ese sería el gran interrogante. Interrogante que se relaciona con otro, que es sencillamente hacia dónde va el país. Hacia dónde nos lleva el gobierno de Javier Milei. Hubo victoria electoral, pero respaldo contundente no. Eso todavía está abierto, en una sociedad que quizás esté partida en tres pedazos: los esperanzados, los opositores y los apáticos. El tercer sector es el primero que debería estar en disputa.
En 2023, Milei encarnó la antipolítica como ninguno. De ahí el ímpetu electoral. Hoy, muy por arriba y a modo de título, podemos decir que la antipolítica perdió fuerza y le dio lugar a la apatía. No solo por los números de la elección. Es un poco del estado de ánimo generalizado.
La política no puede pedirle a la gente que vaya a votar, mientras la política hace que la gente tenga que ir a votar varias veces en el año acorde a sus propias conveniencias.
El vaso medio lleno o medio vacío. Si en medio del ajuste extraordinario que lleva adelante el gobierno, este aún tiene la representación que tiene, eso es un logro importante. Pero nuevamente, el interrogante es ¿y ahora qué? Si lo que viene son mejoras, LLA estará consolidada para la segunda mitad de mandato y podría romper el maleficio de las elecciones de medio término (aunque en rigor las de ayer no fueron nacionales).
Por último, la política no puede pedirle a la gente que vaya a votar, mientras la política hace que la gente tenga que ir a votar varias veces en el año acorde a sus propias conveniencias. Este simple hecho sintetiza parte del mal que viene aquejando a la vida democrática en nuestro país: una clase dirigente ensimismada. Esa es una parte del problema. La más grande es la falta de respuestas o lo insuficiente de estas. La sociedad lo factura en forma de ausentismo, el gran ganador de la elección de este domingo. El Gobierno celebra el triunfo con un éxtasis que no tiene correlato en la calle. No hay motivos para tirar papel picado.
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