11 de agosto de 2025
La caída del consumo y la pérdida de calidad nutricional golpean a los hogares de todo el país. Crece el endeudamiento para comprar alimentos, se reducen las comidas diarias y la ayuda estatal es clave para cubrir la canasta básica.
En todo el país, la merma en las ventas de alimentos básicos y la creciente dependencia del crédito o la ayuda estatal para comer dibujan un panorama alarmante. El hambre avanza y las familias ajustan hábitos: en muchos hogares, la cena directamente desapareció. Pan e infusiones reemplazan la última comida del día, en un intento desesperado por estirar lo poco que hay.
El fenómeno se replica en las principales ciudades argentinas, con Córdoba como ejemplo testigo. Allí, un relevamiento del Instituto de Estadísticas y Tendencias Sociales y Económicas (Ietse) reveló que el 57,8% de los hogares no pudo cubrir la Canasta Básica Alimentaria, valuada en $794.384 para una familia de cuatro integrantes. Entre quienes sí lo lograron, más de siete de cada diez lo hicieron gracias a programas como la AUH o la Tarjeta Alimentar.
En esa provincia, las ventas en almacenes, carnicerías y verdulerías cayeron un 19% en los primeros siete meses del año. La mitad de las familias encuestadas suspendió al menos una comida diaria, un tercio sintió hambre sin poder comer y casi dos de cada diez pidieron alimentos o dinero para comprarlos. "Se merienda más tarde para suplir la cena. Es pan e infusiones, porque la cena desapareció de muchas mesas". Vanesa Ruiz, gerenta del Centro de Almaceneros de Córdoba, en declaraciones a Punto a Punto Radio.
El endeudamiento es otro rasgo del deterioro: nueve de cada diez argentinos deben dinero, y en Córdoba el 43,5% financia la comida con tarjeta de crédito, el 37,2% compra al fiado y el 8,2% recurre a préstamos informales. La migración hacia segundas y terceras marcas es total, y crece la compra fraccionada de artículos de higiene y limpieza.
La pérdida de calidad nutricional también es evidente: en Córdoba, el consumo de leche fluida cayó 22%, el de leche en polvo 33% y el de quesos, yogures y flanes entre 45% y 50%. Todos los cortes de carne vacuna retrocedieron entre 42% y 45%, y las frutas y verduras frescas se vuelven esporádicas.
La aparente calma de julio en los precios duró poco. Tras la suba del dólar de la última semana, ya se registran aumentos del 3% al 6% en fideos, azúcar y aceite, y del 7% al 10% en higiene y limpieza. Desde Copal, la cámara que agrupa a la industria alimenticia, enviaron listas con nuevas subas de hasta el 9%, anticipando más presión sobre el bolsillo en los próximos meses.
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