26 de diciembre de 2025
El gobernador Axel Kicillof trazó hace algunas semanas un paralelo entre las condiciones de trabajo previas a la Asamblea del Año XIII y la propuesta de reforma laboral del Gobierno. Pero ¿qué fue la Asamblea del Año XIII y qué tiene que ver exactamente con la reforma laboral?
La reforma laboral que impulsa el gobierno de Javier Milei es una de las medidas más retrógradas que ha enfrentado el pueblo trabajador argentino. "El nombre 'modernización' nunca estuvo peor puesto. Nos quieren llevar a la Asamblea del año XIII en términos de derechos laborales. De nuevo no tiene nada", expresó -con razón- el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof hace unas semanas.
Pero ¿qué fue la Asamblea del Año XIII y qué tiene que ver con la reforma laboral? Conocer acerca de nuestro pasado es una herramienta necesaria para no repetir nuestra historia ni para dejarse embaucar por vendedores de espejitos de colores que dicen que la reforma servirá para generar más y mejores puestos de trabajo.
La Asamblea del Año XIII fue un ambicioso encuentro constituyente convocado en 1813 por el Segundo Triunvirato en las Provincias Unidas del Río de la Plata, con el anhelo de sellar definitivamente la independencia y dar forma a una Constitución propia. Aunque esos grandes objetivos quedaron pendientes, la Asamblea dejó una huella profunda y duradera al impulsar avances fundamentales: proclamó la libertad de vientres, abolió prácticas injustas como la mita, la encomienda y el yanaconazgo, puso fin a la Inquisición y sentó las bases de la identidad nacional mediante la creación de símbolos patrios como el escudo, el himno y la moneda. Su trabajo, que se extendió hasta 1815, marcó un paso decisivo en la construcción de una sociedad más libre y justa, aun cuando su camino quedó inconcluso.
"El nombre 'modernización' nunca estuvo peor puesto. Nos quieren llevar a la Asamblea del año XIII en términos de derechos laborales. De nuevo no tiene nada".
La libertad de vientres que estableció la Asamblea significó que los hijos de las mujeres esclavizadas no nacían en la esclavitud, sino libres. Un avance significativo para la época y en la dirección de la abolición de la esclavitud. Sin embargo, la abolición definitiva de la esclavitud llegaría con la Constitución de 1853, que consagró un principio esencial de libertad y dignidad humana al afirmar que en la Nación Argentina no habría más esclavos. Con ese gesto fundacional, se otorgó la libertad a los pocos que aún permanecían sometidos, se prohibió para siempre la compraventa de personas y se cerró definitivamente la puerta a la introducción de nuevos esclavos, consolidando un paso histórico hacia una sociedad más justa e igualitaria.
Por su parte, la mita -también abolida por la Asamblea del Año XIII- fue un mecanismo central de explotación laboral que garantizó la mano de obra barata (o gratuita) para la economía de la época colonia, especialmente extractiva, a costa de la vida y bienestar de las poblaciones indígenas. Fue una adaptación de la mita incaica (que organizaba la mano de obra para el Estado) a un sistema de explotación brutal para enriquecer a la Corona y los colonos, diezmando a la población indígena sometida a esa forma de trabajo.
El Gobierno de Javier Milei nos quiere llevar a condiciones de trabajo que tienen una similitud de lleno con las condiciones de trabajo y las relaciones de producción anteriores a la Asamblea del Año XIII
El yanaconazgo también fue una adaptación de los españoles a un sistema incaico, y también fue abolido por la Asamblea del Año XIII. Era una forma de trabajo forzado y servidumbre indígena, donde el indio era despojado de su autonomía para servir a un español, a cambio de una subsistencia precaria y sujeción, consolidando la estructura social y económica del virreinato.
El yaconazgo era muy similar a la esclavitud en sus implicancias, aunque eran dos cosas diferentes. La esclavitud implicaba la propiedad total de una persona, su compra/venta, usualmente africanos, mientras que el yanaconazgo era un sistema donde indígenas permanecían adscritos a una tierra o hacienda, no eran propiedad del dueño, sino que estaban ligados a la tierra y sus familias podían heredar esa condición, funcionando más como servidumbre agraria. La explotación era extrema en ambos casos.
La encomienda fue otro sistema instaurado durante la colonización española, que consistía en asignar grupos de pueblos originarios a un conquistador, el encomendero, quien recibía su trabajo o tributo -en bienes, dinero o mano de obra- como reconocimiento a los servicios prestados a la Corona. En los papeles, este vínculo incluía el compromiso de protección y evangelización; sin embargo, en la práctica, el sistema derivó en relaciones desiguales y abusivas, funcionando como un mecanismo de explotación que recordó a las lógicas del feudalismo y dejó una profunda marca en la historia colonial. La práctica también fue abolida por la Asamblea del Año XIII.
Aunque la analogía tiene un condimento de exageración, hoy, en pleno siglo XXI el Gobierno de Javier Milei nos quiere llevar a condiciones de trabajo que tienen una similitud de lleno con las condiciones de trabajo y las relaciones de producción anteriores a la Asamblea del Año XIII: la idea de que la vida, el tiempo y la dignidad de los trabajadores no tiene ninguna importancia y que lo único que sí la tiene es el enriquecimiento de unos pocos.
Los trabajadores argentinos, en cambio, tienen una historia de lucha y conquistas mediante las cuales han podido mejorar sus condiciones de trabajo y de vida. La arremetida de un nuevo gobierno antipopular y anti obrero seguirá encontrando la resistencia organizada de los trabajadores, como ya lo ha hecho el pasado 18 de diciembre y como volverá a suceder cuando la reforma laboral vuelva a tratarse en el Congreso.
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