24 de diciembre de 2025
El Gobierno apunta al ahorro de los trabajadores como herramienta para fondear el mercado local y reducir la dependencia del endeudamiento externo.
El ministro de Economía, Luis Caputo, avanzó en una nueva definición de su estrategia financiera: utilizar el fondo de despidos incluido en la reforma laboral para alimentar el mercado de capitales local y obtener dólares con los que afrontar los compromisos de deuda que vencen a partir de 2026. La iniciativa se enmarca en el debate del Presupuesto y en las negociaciones abiertas con organismos internacionales y acreedores.
Según explicó el propio Caputo, el objetivo es reducir la dependencia del financiamiento externo y generar una fuente "doméstica" de recursos. En ese esquema aparece el llamado Fondo de Asistencia Laboral (FAL), que se nutriría con aportes equivalentes a un porcentaje del salario de los trabajadores y que, de acuerdo con las estimaciones oficiales, podría movilizar hasta US$ 4.000 millones por año.
Desde el Palacio de Hacienda sostienen que el fondo permitiría desarrollar el mercado de capitales argentino, hoy limitado y con escaso volumen, y canalizar esos recursos hacia instrumentos financieros que reemplacen la histórica dependencia de Wall Street. "El objetivo es eliminar el capital financiero parasitario", señaló Caputo, al justificar el cambio de enfoque.
Sin embargo, la propuesta generó fuertes cuestionamientos. Diversos sectores advierten que los recursos que se destinarían al FAL reemplazarían aportes que hoy van a la ANSES, debilitando el sistema previsional. Además, señalan que el riesgo financiero recaería sobre los trabajadores, cuyos aportes quedarían atados al desempeño del mercado.
El debate se da en un contexto delicado: Argentina enfrenta vencimientos de capital e intereses por más de US$ 4.200 millones en el corto plazo, mientras busca recomponer reservas y sostener la estabilidad cambiaria. Para el Gobierno, el fondo de despidos aparece como una pieza clave para ganar tiempo y oxígeno financiero.
En el mercado, la iniciativa fue recibida con cautela y desconfianza. Inversores y analistas recuerdan experiencias fallidas de los años '90 y advierten que sin crecimiento, empleo registrado y confianza, cualquier intento de financiar al Estado con ahorros internos puede terminar agravando la fragilidad económica. El proyecto, que deberá pasar por el Congreso, promete convertirse en uno de los ejes más sensibles del debate político y laboral de 2026.
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