Entre 2023 y 2024, alrededor de seis millones de personas salieron de la extrema pobreza en Brasil. Se trata del nivel más bajo registrado desde 2012, impulsado por un mercado laboral fuerte, crecimiento de los ingresos y del salario mínimo y programas sociales como el Bolsa Familia.
Según el informe de la Fundación Getúlio Vargas, la proporción de la población en extrema pobreza cayó del 8,3 % al 6,8 %, lo que representa actualmente a 14,7 millones de personas que viven con menos de 333 reales por mes. El ingreso per cápita promedio creció un 4,7 % en 2024 y alcanzó un récord de 2.020 reales mensuales. Para el 5 % más pobre, el aumento fue del 17,6 %.
La desigualdad también bajó: el índice de Gini pasó de 0,518 a 0,506 en un año. Aunque los programas sociales fueron relevantes, el ingreso por trabajo fue el principal motor de la mejora, según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas (IBGE).
A fines de 2024, la desocupación cayó hasta el 6,4%, el valor más bajo de la serie histórica. Sin embargo, para este año se sitúa algo por encima de ese valor. La tasa de informalidad del trabajo se encuentra en el 38%, cifra que está en sintonía con los números históricos de informalidad aunque por debajo de lo que fue la pandemia.
Uno de los cambios clave fue la nueva Regla de Protección del Bolsa Familia, promovida por el Gobierno de Lula da Silva, que permite a los beneficiarios seguir recibiendo asistencia tras mejoras moderadas en sus ingresos. En 2023, el 75 % de los nuevos empleos formales fueron ocupados por personas inscritas en ese programa.
La valorización del salario mínimo también jugó un papel importante al mejorar los ingresos más bajos. Durante el gobierno de Jair Bolsonaro, el salario mínimo apenas se ajustó por inflación (algo establecido constitucionalmente). En cambio, Lula llevó adelante una política de valorización en términos reales.
Es decir que hay una política activa de parte del Gobierno brasilño para combatir la pobreza y la pobreza extrema. En su discurso de asunción, en enero de 2023, Lula se emocionó al hablar de la pobreza en su país y manifestó su compromiso a combatir todas las formas de desigualdad.
Las buenas noticias económicas en el país vecino, no obstante, se ven matizadas por una inflación que no da tregua. En abril, esta fue de 0,48%, con un acumulado interanual de 5,53%. La inflación se coloca como uno de los principales desafíos para Lula de cara a las elecciones del año próximo.