18 de noviembre de 2025
Refugiado en Euskadi tras ser detenido y fracturado durante una protesta pacífica, el secretario general de ATE y la CTA Autónoma Córdoba, Federico Giuliani, denunció la creciente criminalización de la protesta en Argentina bajo el gobierno de Javier Milei.
Federico Giuliani, secretario general de ATE y la CTA Autónoma Córdoba, llegó a Euskadi el 31 de octubre buscando algo más que refugio: fue a denunciar la criminalización de la protesta en Argentina bajo el gobierno de Javier Milei, y a tejer redes de solidaridad internacional. Permanecerá allí hasta Navidad, alojado en Martin Etxea, el centro de acogida para personas perseguidas por su militancia social y de derechos humanos. Su desembarco en el País Vasco ocurrió tras haber pasado cinco días preso, con un brazo fracturado tras una protesta pacífica en Córdoba.
Giuliani enfrenta siete causas judiciales en poco más de dos años, todas impulsadas por el mismo fiscal, Ernesto de Aragón. "A mí, que me había entregado pacíficamente, me fracturan el brazo cuando me van a esposar", recuerda sobre la represión sufrida durante una movilización frente a un organismo municipal cordobés. Pasó 24 horas en un hospital público, "con un brazo fracturado y el otro esposado en la cama, lo cual está prohibido por ley", y luego fue trasladado a la cárcel de Bouwer. Su liberación llegó gracias a la presión generada por su sindicato.
La represión, explicó Giuliani a periodistas locales, no comenzó con Milei, pero sí se profundizó con su llegada al poder. "Mi primera causa en Córdoba sucedió en abril del 2023. El presidente era Alberto Fernández", recuerda. Pero el nuevo contexto, asegura, representa un salto peligroso: "Por primera vez gobierna el fascismo con el voto popular".
"Milei no es una casualidad. Es un producto bien acabado de las corporaciones económicas argentinas, pero también extranjeras, yanquis y sionistas"
Esa combinación -una derecha ultraliberal con legitimidad electoral- se tradujo, según Giuliani, en una política de ajuste feroz, estigmatización y represión contra quienes protestan. "Para nosotros protestar es un derecho. Para ellos es un delito y de ahí la judicialización de los luchadores populares".
Su llegada a Martin Etxea tiene una historia previa. En mayo de 2024, durante una visita de Milei a Córdoba, la represión dejó 14 heridos de balas de goma. Tres días después, Giuliani fue allanado, imputado y obligado a pagar una fianza de 8.000 dólares. "A partir de ahí empezamos a pensar en venir al País Vasco", explica. Tras la detención de agosto, la decisión se volvió urgente: "Era importante respirar un poco y construir un aprendizaje político y humano haciendo causa común con el internacionalismo".
El dirigente se reunió esta semana con representantes de las centrales sindicales ELA y LAB, y busca involucrar a la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para denunciar la persecución que sufren los trabajadores y dirigentes sociales que protestan en Argentina.
Giuliani describe su paso por la cárcel como un ejemplo del estado de excepción en Córdoba. "En un calabozo donde teníamos que estar dos personas estábamos cuatro", relata. "El 60% de los presos no tiene condena. Es una aberración jurídica". Habla de hacinamiento, comida "incomible", falta de agua potable y tortura psicológica permanente.
Su caso, asegura, busca disciplinar al conjunto de los trabajadores: "Si esto le pasa al secretario general, ¿qué me va a pasar a mí si salgo a protestar?".
La reciente victoria electoral de Milei fue un golpe para los sectores progresistas. Pero Giuliani sostiene que no lo sorprendió: "Milei no es una casualidad. Es un producto bien acabado de las corporaciones económicas argentinas, pero también extranjeras, yanquis y sionistas". Denuncia también la injerencia internacional: "El papel de Donald Trump fue fundamental", dice, refiriéndose a la presión pública del expresidente estadounidense en la previa de las elecciones.
Giuliani ubica esta dinámica dentro de un proceso geopolítico más amplio: "La instalación de una base militar del Comando Sur de Estados Unidos en Tierra del Fuego es parte de esa entrega de soberanía", advierte.
Ante el avance global de la extrema derecha, el dirigente argentino dejó un mensaje claro al sindicalismo europeo: "El movimiento obrero en Europa no debe ser pasivo. Hay que apostar por la máxima unidad y construir volumen en la calle para evitar que el fascismo gane".
Giuliani reconoce incertidumbre sobre su regreso: "Plata y miedo nunca tuve, pero sí preocupación por mi familia", dice. Recuerda que su propio padre fue preso político entre 1975 y 1983, y que ahora sus hijos lo vieron vivir lo mismo. "La mayor fortaleza que podemos tener es tender puentes con distintas organizaciones", asegura.
"La instalación de una base militar del Comando Sur de Estados Unidos en Tierra del Fuego es parte de esa entrega de soberanía",
En Euskadi busca justamente eso: solidaridad internacional para enfrentar lo que viene. El pronóstico de Giuliani es claro: "Lo que viene va a ser peor".
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