28 de noviembre de 2025
La empresa radicada en Sastre, Santa Fe, se suma a la lista de fábricas que pasan a dedicarse a la importación, dejando trabajadores en la calle. 35 despedidos, con un impacto considerable en una población de 6.000 habitantes.
La metalúrgica Cramaco, ubicada en la localidad santafesina de Sastre y dedicada a la fabricación de generadores y alternadores eléctricos, anunció el martes el despido de 35 trabajadores y la paralización total de su producción. La medida implica la desvinculación de casi el 90% de su plantilla y marca un giro drástico en su actividad: la firma dejará de fabricar para dedicarse a importar.
Según fuentes gremiales, la lista de despedidos incluye obreros con décadas de trayectoria en la planta, algunos con 40, 37 y 28 años de antigüedad. El impacto golpea de lleno a una ciudad de apenas 6.000 habitantes, donde la fábrica era uno de los principales motores económicos.
"Es un impacto tremendo en nuestra localidad, que 35 familias quedemos en la calle. Salir a buscar trabajo es muy difícil".
Un trabajador de la planta, en diálogo con AM750, relató el momento en que la noticia sacudió a la totalidad del personal. "El martes ingresamos a trabajar normalmente a las 6 de la mañana, todo normal. A las 10 nos llaman a una reunión y nos comunican que la empresa no iba a producir más, que solamente iba a vender la importación y que, al 100% de producción, nos despedían", contó.
El operario describió la incertidumbre que atraviesan las familias afectadas: "Ahora estamos a la deriva, no tenemos soluciones. Es un impacto tremendo en nuestra localidad, que 35 familias quedemos en la calle. Salir a buscar trabajo es muy difícil".
"Empezaron a llegar estos malditos productos chinos y nos sacaron el trabajo, nos sacaron el futuro, nos sacaron todo. Nos dejaron en la calle".
El testimonio también puso en evidencia la transformación del sector y la pérdida de capacidad industrial: "Hoy lo que fabricábamos nosotros, desde el primer pedacito de la máquina hasta el último -los alternadores y generadores de energía- lo hacíamos adentro de la fábrica. Empezaron a llegar estos malditos productos chinos y nos sacaron el trabajo, nos sacaron el futuro, nos sacaron todo. Nos dejaron en la calle".
El delegado metalúrgico de la planta, que acompañó el proceso hasta el cierre de la fábrica, recordó la escena final: "Me quedé hasta la última hora viendo a mis compañeros salir llorando".
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