14 de julio de 2025
El precio de los insumos no deja de subir y la demanda cae en picada. En ese contexto, panaderos del conurbano analizan suspender la producción de facturas. "Con estos precios, es como si nos prohibieran hacerlas", advierten desde el sector.
La crisis económica continúa golpeando con fuerza al sector panadero en la provincia de Buenos Aires. En las últimas horas, referentes de distintas cámaras del rubro evaluaron la posibilidad de dejar de fabricar facturas debido al aumento sostenido de los costos de producción y a un consumo que no se recupera.
"Con los precios actuales de las materias primas, una docena de facturas debería venderse entre los 18 mil y 25 mil pesos", explicó Martín Pinto, presidente del Centro de Panaderos de Merlo y referente del Centro de Industriales Panaderos (CIPAN). Sin embargo, el producto se sigue vendiendo por mucho menos: entre 6 mil y 7 mil pesos por docena, según indicó a diario Perfil.
Pese al bajo precio de venta, la demanda también cayó. "Cada vez se vende menos, se hace prácticamente imposible seguir fabricando facturas", lamentó Pinto.
Según detalló, los aumentos se suceden semana a semana: "Por cuarta semana consecutiva aumentaron la materia grasa y la margarina". Estos insumos son clave para la elaboración de productos de pastelería, lo que empuja a los pequeños comerciantes a evaluar alternativas para sostener su actividad.
"Cada vez se vende menos, se hace prácticamente imposible seguir fabricando facturas".
La situación no afecta solo a las facturas. Desde el CIPAN señalaron que los hogares también están dejando de consumir otros productos clásicos del panificado, como especialidades y masas finas. Pinto fue contundente: "A las pocas panaderías de barrio que van quedando no sólo nos prohíben fabricar especialidades, algo que se dejó de hacer porque era insostenible, sino que ahora con estos precios también directamente nos están prohibiendo la elaboración de facturas".
El ajuste sobre la industria panadera impacta no solo en el consumo, sino también en la supervivencia de pequeños comercios que hoy resisten en un escenario cada vez más adverso. Así, sin bolsillo para los trabajadores que consumen los productos y con aumento en los costos, el modelo Milei despoja a los argentinos hasta de sus pequeños gustos más tradicionales.
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