24 de enero de 2025
El gobierno anunció la baja temporal de retenciones para el agro, pero reactivó el Impuesto a las Ganancias, generando dudas sobre quiénes asumirán el costo fiscal de estas medidas.
Este jueves, el ministro de Economía, Luis Caputo, acompañado del vocero Manuel Adorni, anunció la baja temporal de las retenciones para los principales cultivos y la eliminación de estas para las economías regionales. Si bien el campo celebra parcialmente la medida, considerándola un paso en la dirección correcta, plantea que debería ser permanente y no temporal. Por otro lado, las caras de seriedad de los funcionarios al momento del anuncio refleja que esta decisión no parece ser tan favorable para el gobierno.
La realidad detrás de esta medida es la necesidad urgente del gobierno de captar dólares. Tras finalizar la inyección significativa de divisas que aportó el blanqueo de capitales, el modelo económico actual comienza a mostrar señales preocupantes. Uno de los desafíos principales es el gasto elevado que requiere mantener el tipo de cambio. Esta búsqueda de dólares frescos es la que impulsó la baja de las retenciones.
Sin embargo, esta decisión trae consigo un costo fiscal importante: la pérdida de recaudación asciende a unos 800 millones de dólares. Para una administración que presenta el superávit fiscal como pilar de su estrategia contra la inflación, esta pérdida representa un retroceso. Esto plantea una pregunta clave: ¿de dónde saldrán los recursos para compensar lo que deja de ingresar por la quita de retenciones? En otras palabras, ¿quiénes pagarán el costo de esta medida?
¿Se implementarán más ajustes sobre las jubilaciones? ¿Habrá mayores recortes en los salarios de los empleados públicos nacionales? ¿O se intensificarán los despidos?
A esto se suma otro elemento crítico: el gobierno decidió restituir el Impuesto a las Ganancias, eliminado previamente por Sergio Massa durante 2023. Este tributo, conocido popularmente como "impuesto al salario", afecta principalmente a los trabajadores registrados con ingresos dignos, generando malestar en gran parte de la clase trabajadora. En contraste, la baja de impuestos parece beneficiar solo a ciertos sectores, evidenciando un trato desigual en la política tributaria actual.
La decisión de reducir las retenciones, aunque celebrada por algunos, deja al descubierto las tensiones y contradicciones de un modelo económico que parece caminar por la cuerda floja entre la necesidad de dólares y el costo político de sus decisiones fiscales.
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