26 de mayo de 2025
La pérdida salarial, el desfinanciamiento y la precarización empujan a decenas de docentes universitarios a renunciar a sus cargos, mientras se agrava la crisis en las casas de estudio de todo el país.
La crisis universitaria se agrava semana tras semana. Desde 2024, las casas de estudio públicas enfrentan un fenómeno preocupante: una ola de renuncias docentes que no da tregua. La mayoría de las bajas se dirigen hacia el sector privado o directamente al exterior, dejando al sistema público sin recursos humanos fundamentales.
Los datos muestran que el éxodo se concentra en dos franjas etarias: los docentes jóvenes, que migran en busca de mejores condiciones laborales, y los que están próximos a la jubilación, lo que implica una pérdida doble, ya que se van quienes tienen más formación y experiencia.
En la Universidad Nacional del Comahue (UNCo), la situación es crítica. Su rectora, Beatriz Gentile, informó que solo en el último mes renunciaron 18 docentes con cargos regulares. "El desfinanciamiento por goteo del gobierno nacional a las universidades nacionales impacta en las renuncias", advirtió. Según el diario Río Negro, el plantel de la UNCo en 2024 estaba compuesto por 2.596 docentes distribuidos en 3.567 cargos.
La Asociación de Docentes de la Universidad Nacional del Comahue (Adunc) sostiene que las cifras oficiales apenas muestran la superficie del problema. Desde 2024 hasta abril de 2025 se contabilizaron 98 renuncias a cargos regulares, que son aquellos obtenidos por concurso. Desglosado: 70 durante 2024, 10 entre enero y marzo de este año, y otras 18 solo en abril. "Estas 98 renuncias son la punta de un iceberg", advierten desde el gremio, ya que no contemplan a quienes ocupan cargos interinos, con mayor fragilidad laboral. Solo entre marzo y abril de 2025, en la Facultad de Informática, se registraron siete renuncias: seis de interinos y una de regular.
En paralelo, la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ), en Florencio Varela, declaró por unanimidad la Emergencia Salarial y Comunitaria. El Consejo Superior tomó la decisión frente al deterioro del poder adquisitivo de toda su comunidad. El diagnóstico es duro: los trabajadores perdieron el equivalente a cuatro sueldos. En términos concretos, en enero la inflación fue del 2,2% y los salarios subieron apenas un 1,5%; en febrero, 2,4% contra un 1,2%; y en marzo, la inflación alcanzó el 3,7% sin ningún ajuste salarial.
Los estudiantes también sufren los efectos del ajuste. En la UNAJ, más del 60% de las jóvenes que trabajan lo hacen en la informalidad, lo que se traduce en empleos con baja remuneración, alta carga horaria y escasa compatibilidad con la continuidad académica.
La situación se replica en otras universidades. En la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, durante 2024 renunciaron 135 profesores y auxiliares. Esto equivale al 13% del cuerpo docente, según datos aportados por la propia institución a elDiarioAR. Son solo algunos de los casos de una realidad que se repite a lo largo y ancho del país.
El resultado es un sistema universitario público que pierde capital humano de manera acelerada, afectando no solo a quienes enseñan, sino también a quienes estudian. Un retroceso que pone en jaque uno de los pilares históricos de la educación argentina y el modelo de ascenso social que supo caracterizar a nuestro país.
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