22 de octubre de 2025
La Secretaría de Trabajo busca reemplazar las paritarias nacionales por convenios por empresa y un sistema de salarios "por mérito" que podría eliminar las horas extras.
Durante su exposición ante la Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara de Diputados, en el marco del debate por el Presupuesto 2026, el secretario de Trabajo Julio Cordero delineó los ejes centrales de la reforma laboral que impulsa el Gobierno. Su planteo combina dos ideas clave: dar prioridad a los convenios colectivos por empresa y establecer un "plan de incremento salarial dinámico", basado en la productividad y el mérito.
Cordero sostuvo que el sistema actual de paritarias nacionales por actividad no refleja la diversidad económica y productiva del país. "Los números paritarios tienen que contemplar específicamente a la empresa que más lo necesita por sus trabajadores, en la región del país más desfavorecida", explicó. En ese marco, propuso que cada compañía pueda negociar su propio convenio con el sindicato, adaptado a su situación particular y con carácter prioritario sobre el acuerdo general del sector.
El funcionario aclaró que estos acuerdos no implicarían negociaciones individuales, sino que se realizarían "con representación sindical, dentro de la legalidad vigente", pero con un Estado que asuma un rol distinto: menos interventor y más arbitral. Según Cordero, esto permitiría "un equilibrio sano entre sostenibilidad empresarial y mejora de los salarios".
El secretario de Trabajo vinculó esta iniciativa con un nuevo modelo salarial "dinámico", que busca reemplazar la lógica inflacionaria de las paritarias por un sistema donde los aumentos estén ligados al desempeño y la rentabilidad. "Antes el salario básico paritario servía para paliar la inflación. Cuando la inflación va bajando, las negociaciones tienen que tratar de otra cosa", sostuvo.
El funcionario explicó que el objetivo es que los salarios reales sean superiores a los de convenio y que las empresas que puedan hacerlo "paguen mejor a los trabajadores que se destaquen". En palabras de Cordero, se trata de un "plan de incremento salarial dinámico" que "premia el mérito y busca conservar los puestos de trabajo".
Sin embargo, detrás del concepto de "mérito" se perfila un cambio estructural en la forma de remunerar el trabajo. Si el diferencial salarial se basa en la decisión de la empresa, y no en el pago automático de horas extras, el esquema desdibuja la relación entre salario y tiempo trabajado. En los hechos, el mérito podría sustituir el pago de horas extras, dejando en manos del empleador la decisión de si un trabajador merece o no cobrar más por su esfuerzo o dedicación.
Así, la noción de productividad reemplaza la de jornada, y la flexibilidad horaria se transforma en un ahorro laboral para las empresas.
El planteo también abre un debate de fondo sobre las consecuencias de reemplazar los convenios por actividad por acuerdos por empresa. En un país donde la estructura productiva es desigual, esta reforma podría beneficiar a las grandes compañías o a las que tienen mayor rentabilidad, capaces de otorgar aumentos superiores, mientras que los trabajadores de las pymes y las empresas de regiones postergadas quedarían relegados.
El resultado sería una brecha salarial creciente entre trabajadores del mismo sector, según la capacidad económica de su empleador.
Desde el punto de vista sindical, el modelo fragmenta la negociación colectiva, debilita la posición de los gremios en la defensa de las escalas comunes y rompe el principio de solidaridad laboral que rige desde la instauración de las paritarias nacionales.
La reforma, presentada como una modernización, podría erosionar los pisos de derechos que garantizan igualdad de condiciones dentro de cada rama de actividad.
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