1 de octubre de 2025
Una familiar lo describió como "libertario 100%" y reveló cómo perdió todo en las cripto antes de caer en el mundo narco.
La captura en Perú de Matías Ozorio, acusado de ser la mano derecha del narco Pequeño J y uno de los posibles responsables del triple femicidio de Florencio Varela, expuso no solo su rol en el crimen organizado, sino también un recorrido personal marcado por la obsesión con las criptomonedas, la política libertaria y las malas decisiones económicas.
Una familiar cercana relató detalles inéditos de esa caída: "Tenía problemas económicos. Estaba metido mucho con las criptomonedas y debía mucha plata. Con el caso Libra perdió mucha plata", contó. Libra, la cripto que llegó a ser publicitada por el presidente Javier Milei, hoy está bajo investigación de la Justicia por presunta estafa, tras provocar pérdidas millonarias a cientos de ahorristas.
El sicario narco de Pequeño J era super libertario y perdió toda la guita con la criptoestafa de Libra. Este país es imposible de guionar. pic.twitter.com/SlHW6rnBNl
La misma voz lo describió como un militante ideológico: "Es libertario, defiende a Milei 100%". Ese fanatismo se mezcló con una decisión clave: "Apenas Milei ganó, renunció a un buen trabajo que había conseguido en el Hospital Italiano. Hizo que lo echen para poder cobrar la indemnización, todo eso lo invirtió".
Esa indemnización terminó en proyectos como Revolution, señalada como heredera de Generación Zoe. Con el dinero evaporado y las deudas crecientes, Ozorio se hundió más en el circuito de estafas y negocios turbios.
En redes sociales, buscaba sostener una imagen distinta: se mostraba como "trader" e "inversor", con su cuenta matias.ozorio.inversiones, donde posaba como un joven emprendedor financiero. Pero puertas adentro, el fracaso en sus apuestas lo acercaba cada vez más al mundo narco.
Pasó a ser señalado como un "soldadito" de Pequeño J, hasta convertirse en su círculo de confianza. Según la justicia, fue coautor intelectual del triple asesinato, participando en la organización, las torturas y la ejecución de las jóvenes Lara Gutiérrez, Brenda del Castillo y Morena Verdi.
Tras ese crimen, Ozorio se mantuvo prófugo hasta ser detenido en Lima por la Policía Nacional del Perú y la Interpol. Al ser arrestado, intentó victimizarse: dijo que lo habían "engañado narcos mafiosos", que debía plata y que había huido hacía pocos días.
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