24 de junio de 2025
Mientras los sectores populares ajustan gastos básicos, el tipo de cambio sostenido con deuda favorece el consumo en dólares de los sectores altos.
En la Argentina de 2025, el endeudamiento externo no solo cumple el rol de reforzar reservas o estabilizar expectativas: también sostiene un esquema de consumo desigual, en el que una minoría accede a dólares baratos para viajar, ahorrar o comprar en el exterior, mientras la mayoría enfrenta restricciones cada vez más severas. Esta estructura, en la práctica, funciona como un subsidio indirecto al consumo de los sectores altos.
Según un informe de la consultora Moiguer y Asociados, el 50% de la población no llega a fin de mes y el 30% resigna gastos esenciales para poder pagar servicios. Al mismo tiempo, el 23% de los sectores de mayores ingresos compra dólares y el 11% realiza consumos en plataformas del exterior. Los datos de consumo muestran con claridad la brecha: en mayo, las ventas de alimentos y bebidas cayeron 7,6%, las de indumentaria 1,8%, perfumería 5,2% y farmacia 1,5%. En cambio, se registraron fuertes subas en patentamiento de autos (94% interanual), turismo emisivo (80%), importación de bienes (60%) y consumo de nafta premium (18%).
Este comportamiento no es casual. El acceso al dólar barato está condicionado por la capacidad de ahorro y consumo de una franja reducida de la sociedad. Ese tipo de cambio, sostenido con deuda externa, produce un efecto distributivo regresivo: abarata productos importados y viajes internacionales solo para quienes pueden pagarlos. Fernando Moiguer, titular de la consultora que elaboró el informe, señala que el segmento más alto expande sus consumos con sueldos que crecen en dólares gracias al dólar barato.
Ese costo no lo pagan quienes compran en Amazon o viajan al exterior. Lo paga el conjunto de la sociedad, pero impacta con más fuerza sobre los sectores que viven de ingresos fijos: jubilados con haberes licuados, estatales con paritarias restringidas al 1% mensual, y trabajadores cuyos salarios siguen perdiendo frente a la inflación.
Hoy el endeudamiento no se canaliza hacia el desarrollo productivo ni hacia la expansión del mercado interno. Su uso está vinculado a sostener un esquema macroeconómico que beneficia a una minoría, mientras se aplica un ajuste sostenido sobre la mayoría. Se configura así una economía segmentada: por un lado, una porción dolarizada que aprovecha las condiciones para atesorar y consumir en el exterior; por otro, una mayoría que restringe gastos básicos y racionaliza consumos como en los años posteriores a la crisis de 2001.
Pero entonces, ¿quién y quiénes pagagarán la deuda?
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